Te dejo
un pergamino imaginario,
lúcido y sedentario,
cual refrigerio ausente
en los tiempos del cólera.
Escribes en el
el guion más locuaz
de la locura humana;
en las tempestades del infierno
y el cielo acongojado,
creyendo ser el centro del universo.
Te dejo
un pergamino solitario,
sin tinta ni textura,
para escribir
lo que nazca de tu víscera
cuando te sientas acongojado
por el amor
que un día creíste a ciegas,
enamoradamente,
de un rompecabezas
con el cabezal de un alfiler
pinchándote
la pupila del ojo derecho.
Y ver cómo sangra
para utilizarla
y escribir los versos
más bellos de tu existencia.
Te dejo
un pergamino
con el verso escrito
con la sangre de tu ojo derecho,
para plasmar
en la eternidad tu amor
ausente,
audaz y fiel a tus sentimientos,
puro y casto
en medio de las dificultades,
ausente de ti.
aapayés