Soy merecedor
De mi propio exilio
Como un mendigo ciego
Que deambula
Terco y misero
En los matorrales del silencio,
La imagen que llevo en mis manos
Son las mismas
Que cuando niño jugaba
A la orilla de la cancha de fútbol
Entre el césped y el polvo,
De esa tierra bendita
Que me vio crecer
Y me dio el abrigo
De un amor huérfano de todo
Soy merecedor
De este exilio acumulado
Que se desnuda
En medio de la noche
Soy merecedor
De tu poesía infame
Como los versos tiernos
De un amor en los libros olvidados
En la biblioteca del barrio,
Me veo en ti
Leyendo poesía sin parar
Sin detener el tiempo
Sin detener la mirada
En cada frase leída por tus ojos
Soy merecedor
Del exilio
Que desgarra los recuerdos
Que un día dibujé
En las aulas de clase del orfelinato
Soy merecedor
Del olvido acumulado
aapayés