Microbiografía de Adolfo Payés

Bertolt Brecht

Bertolt Brecht

domingo, 21 de diciembre de 2025

Relato V - Metamorfosis de la oruga a Mariposas Amarillas












Eran los vientos de octubre los heraldos del cambio. Cada año, en los umbrales de ese mes que despedía al verano y daba la bienvenida a noviembre, un milagro se gestaba en la pequeña escuela lindante con el bosquecito. Los árboles, antaño vestidos de un verde oruga, «cuetanos», se transfiguraban, adoptando un verde fluorescente que parecía alterar la propia textura del tiempo.

A un lado se erguía la Escuela Nacional de Comercio (ENCO), y frente a ella, se extendía el vasto espacio al que llamábamos cariñosamente «el bosquecito». Era un rincón que, bajo el cuidado de Sor Thelma, se había convertido en un oasis sereno: un jardín donde las ninfas descansaban sobre el espejo de agua de pequeñas piletas, emanando una frescura que era un bálsamo en el clímax del calor.

Aquellos mismos árboles, poseídos por su verde luminoso de los cuetanos, culminaban su silenciosa metamorfosis en el mes de noviembre. No era solo un cambio de color; era una transmutación. Los orugas «gusanos» se desprendían, sí, pero para convertirse en un enjambre de mariposas amarillas. Liberadas de su forma arbórea, iniciaban una danza etérea, meciéndose al compás del viento sobre la planicie de la cancha de fútbol, junto a la escuelita que colindaba con el dormitorio de varones -aquel que años más tarde se transformaría en el prestigioso Bachillerato de Artes, el CENAR-.

Desde la lejanía, frente al auditorio y la cancha de baloncesto, el espectáculo era sobrecogedor. Se veía cómo oleadas de estos seres alados, como un manto dorado y viviente, ondulaban al unísono, creando y deshaciendo formas en el aire. Era una escena de pura maravilla: caminar por aquella cancha del Hogar del Niño era como avanzar sobre un tapiz de sueños, sintiendo cómo las mariposas acariciaban el espacio a su alrededor, rozando la piel y el alma con su vuelo ligero.

Con el paso de los años, aquel fenómeno fue desvaneciéndose hasta esfumarse por completo. Nunca más volví a ser testigo de ese sublime espectáculo que los vientos frescos de octubre, noviembre y diciembre nos regalaban. Un regalo que coincidía con las vacaciones escolares de fin de año, un tiempo en el que, paradójicamente, la euforia estudiantil cedía su lugar a una soledad impregnada de belleza.

Hoy no es más que una caricia en la memoria, un susurro nostálgico de lo que fue la Casa Nacional del Niño, conocido por todos como el Hogar del Niño - San Vicente de Paúl, en San Jacinto, San Salvador. Un instante de magia natural, efímero y eterno, grabado a fuego en el recuerdo.

aapayés

sábado, 20 de diciembre de 2025

Duerme




















Duerme
donde la muerte ya no tiene sentido,
y donde el silencio
es el eterno lenguaje del alma.

Que regocije tu recuerdo
en las manos cariñosas
de aquellos cuyo amor
no deja de ser
tu presencia infinita.

Duerme.
Duerme.
Duerme.

Que el camino es breve
para estar contigo.

Donde el no-ser pierde su nombre,
y la quietud
es la única memoria
que vibra.

Donde lo amado
es una forma del aire
en palmas eternas,
y lo que fue vínculo
persiste
como latido sin origen.

Duerme.

Que la distancia
es un pliegue
hacia tu centro.

aapayés

viernes, 19 de diciembre de 2025

En la literatura del olvido




















Vi la noche
de mi existencia,
y en el
no estabas tú.
Ni nadie más que yo.

Al hojearlo,
descubrí
un poema inconcluso.
Y sí,
no estabas tú.

Vi la noche
de mi existencia 
y terminé
rasgándome el alma:
vacía y sobria,
absurda y burda,
como un avión en el paraíso.

Sin reciclar la idea central
del verbo imaginario,
que, tan elocuente,
calcinó la idea central de la vida.

Vi la noche
de mi existencia,
y no supe leer mi infancia,
marginal y locuaz,
en la literatura del olvido.

aapayés

jueves, 18 de diciembre de 2025

En la cama de tu cuerpo




















Tu rostro
contiene el verso espiritual
para convertir tu presencia
en un poema universal.

En el limbo
de tu cuerpo
me desnudo,
como el día en que juntos
quisimos volar.

Tu cuerpo
es un infierno
y un paraíso a la vez:
un cielo de ternura,
un volcán de tentación.
Arde el amor en la explosión,
queda un mínimo margen de ilusión.

Tu rostro
es la luz y la oscuridad
de la poesía.
En el oráculo del placer,
en la orgía de saber,
es, literariamente,
un punto final
de lucidez desnuda
en la cama de tu cuerpo.

aapayés

miércoles, 17 de diciembre de 2025

Conversando a solas




















Ya lo dijo el tiempo:
«No dejes nada,
que no sea la tristeza,
en el camino del olvido.

Que florezca el amor
en el alma de tu silencio,
y la nobleza de amarte
a pesar de todo.»

Y yo aquí,
conversando a solas,
como un abismo sin eco.

Suelto.
Suéltame.
Y déjate llevar
al merecido mundo
del olvido.

aapayés

martes, 16 de diciembre de 2025

La poesía que inventamos.


















¿Se sonroja el crepúsculo
Cuando mis versos acarician
El horizonte de tu boca?

¿O acaso el espejo de tus ojos
Finge la marea
Que en mis palabras anida?

Quisiera ser la metáfora
Que desviste a la aurora
Y tiñe de escarlata
la geografía de tu piel,
Leyendo el mapa
De tu desnudo imaginado
En el lecho de mis sílabas.

¿Palpita el lucero
cuando descifra
La astronomía de poseerte?
¿Un verso navegando
Los ríos subterráneos
De tu piel?

Divagar en la bruma
Es mi ritual de amor:
Escribir con tu aliento
La poesía que inventamos.

aapayés

lunes, 15 de diciembre de 2025

Ante los muertos de mis deseos




















Una caricia,
una mirada,
y un sinfín de palabras
para versar tu presencia.

Un arcoíris de ilusiones
y un beso imaginario
en la merienda del tiempo.

Me lo llevo,
me lo quedo,
y grito sin parar
la agonía de sentir
una caricia
en tu mirada fugaz.

Una mirada,
un perfil desnudo
ante el claroscuro
de la poesía,
de los versos
que emancipan
la ilusión de ser
un verso en tus pestañas.

Me lo quedo,
me desnudo,
y grito tu nombre
ante los muertos de mis deseos.

¡Qué manera de soñar contigo!
Y qué poesía,
pensar en tu regazo
mientras copulo
con la ilusión de tenerte
durmiendo.

Un amanecer,
un beso
y una caricia
con tus ojos dormidos,
acariciando el tiempo.

aapayés

domingo, 14 de diciembre de 2025

Acaricio tu ausencia




















Susurro
Un beso,
y el silencio
se lo hace suyo.

Acaricio tu ausencia
y la poesía se sonroja.

Un paraíso imaginario
en las manos
de un sueño derretido,
como el hielo en primavera,
como el gesto de una despedida.

Susurro
un beso,
y la noche lo secuestra
para bebérselo,
como a un suspiro
recién nacido.

Una caricia
a medianoche,
y la luna se emociona,
escondiéndose entre las nubes.

Susurro un beso,
y el viento se lo lleva.

aapayés

En algún lugar de El Salvador












En algún lugar,
muy lejos de las montañas de mi silencio,
habita un pastor
lleno de poesía y de historia.

Con una mano labra la tierra,
y con la otra,
la txapela vasca,
acaricia soledades.

En algún lugar,
muy lejos de mi infancia,
brota la sangre vasca
derramada en Chalatenango,
en los caminos solitarios
de una lucha compartida.

Pakito Arriaran
y Carmen González:
una gota de lucha revolucionaria.

En algún lugar de El Salvador, para vos,
compañera vasca,
compañero vasco.

aapayés

sábado, 13 de diciembre de 2025

Relato III de un prisionero político en las carceles clandestina de El Salvador









El Cáliz de la Infamia

Eran los días del secuestro y la desaparición, una época en la que el tiempo perdía su ritmo y la oscuridad se volvía tangible. Mi existencia se había contraído hasta caber en un limbo de ceguera y dolor perpetuo: vendado, semidesnudo, con los brazos inmovilizados a la espalda por esposas que mordían la carne. Un short era mi única prenda en aquellas mazmorras de los escuadrones de la muerte.

Incontables horas se habían acumulado, despojadas del consuelo del alimento o una sola gota de agua, mientras era sometido al suplicio insomne de permanecer de pie. Mi cuerpo, un fardo exánime, era arrastrado en las madrugadas lúgubres hacia otro antro, un lugar helado donde el dolor se aplicaba con saña metódica. Tras cada sesión, regresaba a mi encierro como un despojo, medio muerto por los choques eléctricos, la capucha asfixiante y la violencia innombrable que todo lo habitaba. Y cuando el agotamiento quebrantaba los últimos vestigios de mi voluntad y me derrumbaba sobre el suelo frío, la respuesta era inmutable: una lluvia de golpes que, a fuerza de brutalidad, me obligaba a erguirme de nuevo, a persistir en aquel suplicio sin horizonte.

Exhausto, al borde mismo de la disolución, sentía cómo la deshidratación agrietaba mi garganta y nublaba mi razón, convirtiendo cada pensamiento en una sombra. Fue entonces cuando, en un acto de puro instinto animal, decidí arrastrarme. A ciegas, guiado solo por el tacto de mis pies sobre la losa fría, me deslicé hacia el rincón donde intuía el baño. Me incliné sobre la taza del retrete y, en un gesto de suprema humillación, hundí la cabeza en su interior para beber.

El primer sorbo fue un veneno: un líquido espeso, de un sabor y hedor a orines y excremento que se me antojó insufrible. Pero, bajo el asco inmediato, brotó un alivio primitivo, un espasmo de vida que mi cuerpo, desesperado, reclamaba a gritos. Y volví a sumergirla. Una y otra vez, en un rito macabro, apagué mi sed con el agua putrefacta de aquel lugar.

Días después, tras otra vuelta de calvario en las celdas de tortura, repté nuevamente hacia el mismo rincón. Vencido por la necesidad, me incliné y hundí el rostro en la taza. Pero esta vez, mis labios y mi bigote no encontraron solo la humedad nauseabunda, sino la masa sólida y repulsiva de los excrementos. Una náusea visceral, surgida de lo más hondo de mi ser, me recorrió entero. Arranqué la cabeza hacia atrás con un espasmo y con las manos aún prisioneras a mi espalda, inicié un ritual de purificación desesperado del agua putrefacta, una y otra vez vaciando aquella agua inmunda, la suciedad tangible, sino la mancha indeleble de la humillación. Hasta que, agotado y vencido, no me quedó más consuelo que inclinarme de nuevo y reanudar el sacrilegio, bebiendo, una vez más, de aquel cáliz de podredumbre en las mazmorras clandestinas de los escuadrones de la muerte en El Salvador.

aapayés

viernes, 12 de diciembre de 2025

Rodando por la escalera de las nubes




















Un beso de aluminio
y el silencio
se lo hace espejo.

Acaricio tu ausencia
y la poesía pare un pez de sombra.

Un paraíso de yeso
en las manos
de un sueño derretido,
como el hielo que sueña con ser fuego,
como la despedida que construye un puente de saliva.

Susurro
un beso de raíz,
y la noche lo planta
en su jardín de párpados,
para que crezca como un suspiro
con dientes de leche.

Una caricia
a medianoche,
y la luna se desprende
rodando por la escalera de las nubes.

Susurro un beso de semilla,
y el viento lo siembra en la oreja del tiempo.

aapayés

jueves, 11 de diciembre de 2025

La noche de luna ciega












Ya no tengo el verso
que dejaste grabado
en la ventana,
esa que solías abrir
en las noches de luna ciega.

Y tú allí,
esbelta,
desnuda ante la oscuridad del tiempo,
dibujando con tu silueta
la desnudez de tus encantos.

Y escribiste
en el vidrio
el verso más sublime
de tu presencia:

Tu desnudez.

Y yo, anonadado por tu belleza,
escribí
los versos más bellos
la noche de luna ciega.

aapayés

miércoles, 10 de diciembre de 2025

Ya no habrá labios para el silencio




















Ya no habrá rostro en la mirada,
ni tacto en lo imaginado.

Solo el eco de un día
que germinó sin causa,
un aprender a amar
en la geometría de tu ausencia.

Ya no habrá labios para el silencio,
ni poema que contenga
el vacío de tu forma.

Solo un perfil que viaja
por la herida del tiempo,
un amor que escribe
con tinta de nostalgia.

aapayés

martes, 9 de diciembre de 2025

Los arquetipos del olvido















Equilibrio
desmembrado en el espejo de la memoria.

Fragmentos
coqueteando con el silencio.

En la austeridad
fiel a mi elocuencia interna
escudriñé
los ecos
que una vez desvistieron al pensamiento.

Y en el umbral
mecido por sombras
estallaron
los arquetipos del olvido.

Equilibrio
memoria desintegrada
pura
sin ecos de ironía.

Y yo sin encontrar un punto 
en la memoria 

aapayés

lunes, 8 de diciembre de 2025

Comiendo heces en el cementerio




















Fui tendencia en las noticias  
El día que salí del olvido,  
Siniestro perfil  
El de las cárceles clandestinas  
Con nombres y apellidos  
De los desaparecidos.  

Pero ahí estaba yo:  
Moribundo, ciego,  
En manos de los verdugos.  
Cada minuto, un infierno;  
Cada segundo, un hilo a la muerte.  

Y fui tendencia en las noticias,  
Con un rostro nuevo,  
Resucitado a la fuerza.  
Ahí, maniatado como un loco,  
Como un desconocido,  
En medio de la nada,  
En medio del silencio,  
Mientras las cámaras preguntaban  
mi nombre.  

Silencio.  
Aturdido, abrumado,  
Por el aire arrancado,  
Ausente, ciego,  
Comiendo heces en el cementerio  
De los desaparecidos.  

Fui tendencia, y desde entonces  
Me alimenté de noticias  
El resto de mi vida,  
En las cárceles clandestinas  
Del tiempo y el silencio.  

aapayés

domingo, 7 de diciembre de 2025

La Soledad




La soledad
es un capricho del tiempo,
uno de esos detalles
que se convierten en eternidad
cuando te dejas llevar
por la corriente
del silencio compartido.

Y vuelas al infinito,
ciego y torpe,
con los párpados caídos
y las alas dobladas en la mano,
una mano llena de caricias mudas.

Pero sigues ahí,
aquí y allá,
entre las palabras no dichas.

La soledad
es un capricho del silencio.
No tiene que ver con la nostalgia,
ese gusanillo
que se transforma en mariposas
el día menos esperado.

Y sigo aquí,
y allá,
sin decir un verso de amor.

La soledad
es un capricho sin sentido,
o con el sentido
de ser
un recuerdo en las manos.

aapayés

sábado, 6 de diciembre de 2025

En las aduanas del pensamiento

















Impío soy
de mis versos,
de la poesía absurda
en los intestinos del olvido.

El vientre oscuro 
en un cielo ciego,
la discordia
y una sonrisa imaginaria
en las aduanas del pensamiento.

Y no sé nada
de lo que siento,
de lo que sientes,
de la inmaculada percepción
de un beso desnudo.

Ciruela-ando
un beso imaginario
en tu boca,
con esa lengua tentadora
de acariciar,
saboreando el sexo de la discordia.

Impío soy
de la discordia musical,
de la poesía,
de tus caderas
y de tus caricias,
atadas al cuerpo de la poesía:
a tu poesía.

aapayés

viernes, 5 de diciembre de 2025

Me conmueve el silencio de tu belleza




















Me conmueve
el silencio de tu belleza
y el perfil inquieto
de tu sonrisa.
La dulce tentación
de acariciar tu rostro.
¡Qué silencio tan hermoso!
Qué poesía, tu presencia.

Me conmueve
el silencio de tu belleza,
y trasciendo
a lo más profundo de tu ser
para hacer de mí
un verso inmaculado
de tu sonrisa.

Me conmueve,
sí,
ser un beso en tu silencio
y una caricia
que trasciende el tiempo
y la tentación
de escribir
un verso
en los camances de tu belleza.

aapayés

jueves, 4 de diciembre de 2025

Con tu cuerpo delineando tentaciones















No hay palabras
que palpite tu presencia,
tu inmaculado deseo de amarte.

Un rocío de sueños
invadió la poesía,
el verbo escrito
con tu cuerpo delineando tentaciones.

Y tú, ahí, pura
tan hermosa,
tan fuerte, 
tan tierna,
tan presente,
que ocupas el espacio matutino
y el nocturno deseo de tenerte.

Un verso de amor
con tu cuerpo;
un grito de pasión
con tu presencia.

Seductora imagen
del beso escrito en tus labios,
de tus piernas abiertas a mí,
cual virgen ausente en la poesía.

Que la pasión de la palabra
sea el génesis existencial
de tu presencia:
un beso y un verso
deletreados
en cada esquina de tu cuerpo.

Manantial de sueños
en el paraíso literario,
para enlazar
el poema más elocuente
a tu belleza, compañera
de la poesía literal.

A tu lado y de la mano,
bebiendo un sorbo de ti,
con tu cuerpo delineando tentaciones.

aapayés

miércoles, 3 de diciembre de 2025

Su mano izquierda siembra el tiempo


















Allí donde la memoria se hace eco,
más allá de las montañas de mi silencio,
pastor de sueños
teje versos con la tierra.

Su mano izquierda siembra el tiempo,
su derecha amansa el viento
bajo la txapela oscura
que acuna ausencias.

Donde el río del recuerdo canta,
lejos de los juegos de mi infancia,
florece un roble vasco
con raíces en Chalatenango.

Su savia es el camino
de la lucha compartida,
el mapa dibujado
en la piel de la esperanza.

Pakito y Carmen:
dos estrellas
en la misma constelación rebelde.

En algún lugar del Pulgarcito
germina esta semilla
para vos, compañera vasca,
para vos, compañero vasco,
que en mi pecho habitan
Encumbrado la memoria colectiva 

aapayés

Relato II de un prisionero político en la carceles clandestinas de El Salvador








La noche era de vida o muerte.

A mediados de la semana de estar secuestrado y desparecido en las cárceles clandestinas de los escuadrones de la muerte de la Policía de Hacienda de El Salvador.

Me llegaron a sacar a media noche, de la celda donde me tenían en medio, de pie, todo el tiempo vendado de los ojos y con los manos hacia atrás, y esposadas, sin dormir, sin comer, sin agua y sin nada de ropa, solo el pequeño short que me habían puesto los verdugos del régimen al llevarme cuando me secuestraron.

Me sacan tres elementos fuertemente armados, y me llevan a un vehículo particular, sin placas, vidrio polarizados.

Esto lo hacían cuándo sacaban a los secuestrados y los llevaban a matar, y dejarlos tirados en los basureros de Mejicanos, Cuscatancingo, Santa Lucía, en el Playón...

Llegamos a un río o lago, me sumergieron complemento en el agua, y me disparaban cerca de los oídos, con un sonido espeluznante y aterrador, de sentir el impacto perforar mi cabeza en cualquier momento, así me tuvieron por un tiempo, podrían haber sido la una o dos de la madrugada. Después de un tiempo. Me sacaron y me volvieron a llevar al vehículo y en medio de la carretera, no sé cual o hacia donde era esa dirección, sé que era una calle  helada, fría complemento pagado a mi vientre y pecho.

Uno de ellos colocó mi cabeza de lado y con la bota en el rostro la contramano al asfalto y gritó "DALE" y el vehículo arrancó y se acerco a mi cabeza una de las llantas del vehículo y la puso pegada a mi cabeza, que con un cálculo profesional, encendía y aceleraba el motor moviendo con una fuerza calcula que rozaba mi cabello una y otra vez por un tiempo.

Mi pensamiento siempre fue, que ese día al amanecer, mi familia encontraría mi cuerpo vendado de los ojos y amarrados de los dedos pulgares de las manos hacia atrás sin ropa quizá con el short que me habían puesto...

Fueron los tiempos de lucha revolucionaria en El Salvador y tiempos de esperanza.. a pesar de todo

aapayés 

martes, 2 de diciembre de 2025

La raíz del verbo mental




















Vi la raíz del papeleo
Dentro, tu forma era un vacío.
Solo mi eco habitaba el volumen.

Al descifrar sus signos,
emergió el poema truncado.
Y allí, confirmé la elipsis de tu nombre.

Vi la raíz del papeleo
Y mi alma se desgarró en el proceso:
pura y áspera,
disonante y tosca,
jet en el edén incorrupto.

La raíz del verbo mental
-ardiente en su retórica-
consumió el núcleo de lo existente,
sin reformular su esencia.

Vi la raíz del papeleo
Mi infancia fue un glifo ilegible
-verboso y periférico-
en el gran texto del olvido.

aapayés

lunes, 1 de diciembre de 2025

Paraíso de la celda fría y oscura








Es el paraíso
donde la muerte
abre su raíz.
La oscuridad nace
del silencio.

Un llanto de utopía
se hace concreto:
espalda
vendaje
y el disparo
que florece
en la nuca
o en la terquedad
de una frente.

Es el paraíso
del frío
y la desnudez.
Verdugos
del pensamiento.
Ideas de Pulgarcito,
bandera de nadie,
grito de un eterno
sin papeles
del mundo.

Paraíso
de la tortura
y de la muerte
bajo el verdugo
capital.

La celda es fría
como el invierno  
imperialista del norte.

aapayés

domingo, 30 de noviembre de 2025

Poesía de un instante perverso




















Bebo la vida a sorbos,
en un trago de imaginación
que pulsa en mis venas
y en el corazón abierto,
a todo, literalmente a todo.

Pero no estás tú.
Solo el recuerdo matinal
de lo que fue:
un beso robado
el día que nos despedimos
sin decirnos adiós.

Un rincón cerca del cielo
y un paso al infierno,
siempre que pienso en ti.

Bebo la vida
y el tiempo que nunca fue,
en las estepas de la ternura,
abandonado en el rincón del olvido.

Bebo el silencio
de no expresar
la pasión que devoró la nostalgia;
poesía de un instante perverso,
de un deseo desequilibrado
en la cama de mis tentaciones.

Y aquí me quedo, sin pensar
que me he bebido la vida sin ti.

aapayés

sábado, 29 de noviembre de 2025

Soy la estirpe de un pensamiento




















La Fragilidad
Brota por mis ojos,
Por mis manos,
Disparando versos.

Sueños inalcanzables,
Sueños inalterables.

Soy la estirpe de un pensamiento
que engalana la palabra
Cuando, desnuda ante mis labios,
La leo
Y acaricio
Como a un amor
En sus monumentos
Más lúcidos.

Soy la testarudez
En medio de la incertidumbre;
El vivir en paz
Con lo desconocido.

Un lunar ciego
En el cuerpo desnudo,
En el suplicio de la cama,
Pronunciando tu nombre
Al besar
El secreto más sublime
De tus deseos.

Soy y seré
Un verso de amor
En el pubis de tu existencia.

aapayés

viernes, 28 de noviembre de 2025

Soñadora de un amor in crescendo















Que la incipiente tentación de amarte
sea el péndulo que gobierne
los acontecimientos de tu cuerpo.

Que tus pasos,
un verso encaminado,
persigan un beso
en el viento literario,
y liberen la belleza que se esconde
en los versos de tu poesía soñadora.

Soñadora de un amor in crescendo,
armonía espiritual de amar.

Bésame,
así sea con tu poesía.

aapayés

jueves, 27 de noviembre de 2025

Tu desnudez


















Ya no habita el verso
que incrustaste en el alba
de la ventana,
ese umbral que abrías
cuando la noche volvía ciega a la luna.

Y tú, erguida,
un sauce de sombra y frío,
desnudabas al tiempo
con tu piel de horizonte.

Tu silueta, un caligrama de ausencias,
trazaba en el aire
el mapa de mis tatuajes.

Y escribiste
con aliento y rocío
sobre el cristal tembloroso
el único poema:
Tu desnudez era un río.

Y yo, ebrio de tu geometría,
fulminé en la noche
los versos que la luna
no supo escribir.

aapayés

miércoles, 26 de noviembre de 2025

Me enternece el silencio que gotea de tu belleza




















Me enternece el secreto
que florece en tu ombligo
y el perfil de un pájaro
anidando en tu sonrisa.

Es la dulce tentación
de acariciar el tiempo
con guantes de caramelo.
¡Qué sonido tiene tu calma!
Es la poesía con dientes de leche.

Me enternece 
el silencio que gotea de tu belleza
y trasciendo
hacia el reloj de arena
que late en tu costado,
para ser
el verso que nace
en la jaula de tus cejas.

Me enternece,
sí,
ser un beso con raíces
y una caricia que construye
barcos de madera en tu espalda,
y la tentación
de escribir
un poema
con la tinta de tus pestañas.

aapayés

martes, 25 de noviembre de 2025

Un delirio en tus labios




















Usurpo el silencio,
una y otra vez,
y me deshago en añicos
con la dulce inquietud
de ser un verso en tus labios,
una caricia
que recorra tu piel.

Melancólica manera
de quebrar la sensatez,
de aniquilar la tristeza.

Te miro
y desnudo el alma,
esa que siglos vive por ti.
Misericordia imaginaria
de un asteroide perdido
en el paraíso del universo.

Usurpo
tantas emociones,
que deliro
cada vez que escribo
un verso para ti.

Usurpo
la terquedad de ser
una incógnita
en tu camino.
Un delirio en tus labios

aapayés

lunes, 24 de noviembre de 2025

Una imagen recorre el silencio



















Ya no podré acariciar tu rostro
con miradas,
con esas caricias imaginarias
que un día, sin saber por qué ni cómo,
me hicieron enamorarme.

Me enamoré de ti,
de tu mirada,
de tu sonrisa,
de tu belleza.

Ya no podré besar tu silencio
con el verso de tu presencia.

Una imagen recorre el silencio,
la huella que arañó la mirada
de un amor que dicta la poesía.

aapayés

domingo, 23 de noviembre de 2025

Como mito intacto en el relato.












No hay sonido
que pulse con tu esencia,
el blanco anhelo
de lo absoluto.

Un rocío de sombras
penetró el lenguaje,
el signo tallado
con la curva del imán.

Y tú, ahí,
pura geometría,
límite firme,
presencia densa,
colmas
el alba vacía
y la noche profunda
del ser.

Eco de origen
en la forma;
sacudida del alma
en el aura.

Arquetipo
del soplo sobre el margen,
del vértigo abierto
como mito intacto en el relato.

Que el fulgor del nombre
sea el primer latido
de tu aparición:
suspiro y código grabados
en el mapa de lo tácito.

Fuente de sombras
en el jardín del texto,
para fundir el canto necesario
con tu armonía, cómplice
del verbo puro.

A tu lado y en la huella,
bebiendo el aura,
con la curva del imán
Unido a ti.

aapayés

sábado, 22 de noviembre de 2025

El beso que escribe alfabetos en el vacío








No hay expresión,
sólo el péndulo de un jazmín
latiendo en tu sombra.

Tu deseo, un barco de yeso
que zarpa hacia el ombligo de la luna.

Un rocío de llaves
invadió los diccionarios.
El verbo creció raíces
y trepó por tu columna vertebral
dibujando caracoles en la nuca.

Y tú, ahí,
con tus cabellos de relámpago quieto,
tus huesos de coral resonante,
ocupando el silencio
entre dos campanadas.

Eres la jirafa azul en la biblioteca,
el suspiro que ordena los planetas.

Un verso de amor
con la anatomía de un puente levadizo.
Un grito de pasión
con sabor a tinta y granada.

Eres la seductora del eco,
el beso que escribe alfabetos en el vacío,
tus piernas, dos ríos que fundan
un continente inédito en mi costado.

Que este arrebato de sílabas
sea la placenta original
de tu llegada:

Este beso-azul,
este verso-pez
deletreado
en la geografía de tu eco,
manantial de espejos
en el parque de las metáforas.

Para injertar
el poema eléctrico
a tu belleza de diamante líquido,
compañera del viento
y de la mano que desata
la marea en la yema del tacto.

Bebiendo un sorbo de tu horizonte
mientras tu esqueleto
florece en un invernadero de astros.

aapayés

viernes, 21 de noviembre de 2025

Con las manos sembradas en la espalda









La celda es un paraíso de sal
donde la muerte amamanta hongos de silencio.
La oscuridad pare gemelos ciegos
y una utopía llora dientes de cristal.

Con las manos sembradas en la espalda,
los ojos cosechados por una venda,
esperamos
que un clavel de plomo florezca en la nuca
o fecunde la idea terco de una sien.

Y fue así.

La celda es un invernadero de tortura,
donde la desnudez es un espejo sin reflejo
frente a los verdugos del pensamiento,
pequeños dioses de metal que devoran
las mariposas prohibidas de Pulgarcito.

Aquellas que una vez
gritaron con raíces rojas,
el himno del eterno indocumentado de la luna.

La celda es un reloj de arena
donde la tortura y la muerte
beben del mismo vaso del verdugo capital.

La celda es fría.
Más que el invierno del norte.
Más que la sombra de un pez en el asfalto.

aapayés

jueves, 20 de noviembre de 2025

La mirada es un río de sombras




















Una caricia de silencio,
una mirada que germina
en el almácigo del aire,
y un enjambre de palabras
para tejer tu nombre en el vacío.

Un arcoíris de promesas deshojadas
y el fruto de un beso que nunca cayó,
madurando en la tarde inmóvil.

Lo guardo en la raíz del alma,
lo habito como a un fuego antiguo,
y mi voz es un río de cristales
ahogando la agonía de sentir
el fantasma de tu roce
en la fugacidad que dejaste.

La mirada es un río de sombras,
un perfil tallado en azogue
bajo la lámpara bifronte del poema,
mientras los versos, jaulas de oro,
liberan el ave extinta de ser
el polvo de astilla en tu centella.

Me bebo tu esencia,
me despojo de mí,
y grabo tu nombre en el mármol del viento
frente al osario de los anhelos.

¡Oh, qué sinfonía la de este sueño!
Y qué divino laberinto,
pensar el nido de tu calma
mientras yazgo con el mito de tenerte
durmiente en la orilla de la noche.

Un alba de pétalos y presagios,
un ósculo que canta,
y una caricia hecha de aurora
con tus párpados sellando el tiempo,
mecidos en el vaivén de la eternidad.

aapayés

miércoles, 19 de noviembre de 2025

El amor que lleva el verso de tus labios




















Se rompió el silencio
con un aliento
profundo y terco
de vivir,
de sonreírle al viento,
de acariciar tu cuerpo secreto
en el arcoíris de una ilusión,
una ilusión perfecta
para seguir
un verso de amor
en el silencio auténtico y paria
del rompecabezas
que se integra y desintegra,
queriendo ser
un mundo,
un complemento superficial
del amor.

Es el amor
por el silencio
y la poesía coja
de palabras sin ti,
el amor que lleva el verso de tus labios
a los rincones menos pensados
de tu cuerpo desnudo,
acariciando
tentaciones
en silencio
y en secreto:
el amor por ti.

Tómame
y dime que el deseo
es un grito de pasión
en la poesía,
conquistando soledades.
Tómame,
ámame
y dime en poesía
que sientes las caricias
del viento
con el aliento cálido
de mis labios.

Se rompió el silencio,
y me quedo con el grito
de tu desnudez,
con tu orgásmica tentación,
urgiendo
un sinfín de versos
en los secretos de tus espasmos.

Se rompió el silencio
el día que dejé de ser
una caricia en tus recuerdos.

aapayés

martes, 18 de noviembre de 2025

Un recuerdo robado por el viento




















No quiero pensar que te fuiste.
Solo evoco la imagen de tu despedida,
desconsolado.

Absorbo el gesto del adiós,
lo doblo
y lo dejo guardado
en el escritorio del olvido.

Quizá
un día,
un recuerdo fugaz y tierno
me acaricie
y grite tu nombre
a escondidas:
pusilánime imagen
de un recuerdo robado por el viento.

No deseo pensar en tu partida.
Solo quiero creer
que doblaste la esquina
que un día cruzamos de la mano
para ungir
un beso de caricias.

La noche de luna llena
y la silueta cómplice del deseo
dibujaron en el suelo
las caricias que iluminaron
la noche,
y al tiempo lo hicimos eterno.

No quiero pensar en tu partida,
porque escribiría
los versos más tristes con tu nombre.

aapayés

En los intestinos del olvido




















Apóstata soy
de versos absurdos
en los intestinos del olvido.

Un agujero
en el cielo ciego.
Una sonrisa
en la frontera del pensamiento.

Y no sé
lo que siento
en la inmaculada percepción
de un beso desnudo.

Disfrutando
un beso imaginario
en tu lengua tentadora.

Saboreando el sexo
de la discordia.

Soy el apóstata
de la música
de tus caderas
y de tus caricias
atadas al cuerpo
de tu poesía.

aapayés

lunes, 17 de noviembre de 2025

Tu imagen es el algoritmo de lo sagrado















Tu imagen 
es el algoritmo de lo sagrado
sometiendo la forma
a la variable del asombro

Sobre el vértigo
de tu línea
anclo el eco
del instante
en que la gravedad
fue una pregunta
sin respuesta

Tu rasgo
es el teorema
cuya demostración
es un fuego paralelo
una ternura invertida
un espacio
que estalla en sí mismo
al borde del axioma

Tu aspecto
es el silencio
entre dos versos
de un mismo poema
negado
Es el residuo luminoso
de un nombre
que la piel
olvidó pronunciar
en el vacío

aapayés

Un latido que escribe




















Ya no la forma del aire
donde el ojo palpita.

Solo la simiente de un instante
que creció sin porqué,
aprendizaje de sombra
en tu arquitectura desplomada.

Ya no la palabra del vacío
ni el canto que delimita
tu resonancia.

Solo un contorno que naufraga
en la grieta del ver,
un latido que escribe
con alfabetos de memoria.

aapayés

domingo, 16 de noviembre de 2025

Emociona el eco de lo bello




















Emociona
el eco de lo bello,
la geometría inestable
de un gesto.

La pulsión
de lo táctil
en el vacío.
¡Qué callada armonía!
Qué pura esencia.

Emociona 
el hueco de la forma,
y me proyecto
en el abismo de lo otro
para ser
una sílaba pura
del gozo.

Emociona,
sí,
ser latido en la quietud,
una huella
que anula el tiempo
y el anhelo
de grabar
un signo
en la arquitectura de lo eterno

aapayés

Tergiversando la realidad de la noche a la mañana




















No diré nada.
Me dejaré llevar
por los instintos
de ser nadie.

Nadie en el corazón
de tus latidos.
Nadie en el susurro
de tu silencio.
Nadie en la poesía.
Nada en la memoria
que sosegue
la temible tentación
de amar,
de amarte,
de amarnos,
de unirnos
en lomás sublime
de nuestros deseos.

Nadie
con quien compartir
un olvido,
tergiversando la realidad
de la noche a la mañana.

Mañana es otro día,
dijo el colibrí
que susurró por la ventana
la agonía de la partida.

La noche dejó de ser noche
y amaneció
sin ti,
sin mí,
en el anonimato
de un beso desconocido,
en la poesía.

aapayés

sábado, 15 de noviembre de 2025

En el arcoíris de una ilusión mordida




















Se rasgo el silencio
en la grieta de un aliento,
un hongo terco y profundo
que germinaba para vivir.

Para sonreírle al viento de ecos invertidos,
para acariciar tu cuerpo de reloj de arena
que se escapa
en el arcoíris de una ilusión mordida,
una ilusión perfecta y cuadriculada
para seguir
un verso de amor
hecho de la madera del silencio,
auténtico y paria,
del rompecabezas
que se integra y desintegra
queriendo ser
un planeta de cristal,
complemento superficial
del amor.

Del amor
por el silencio de algodón negro
y la poesía coja
que baila con palabras sin ti,
que lleva el verso de tus labios de yeso
a los rincones menos pensados
de tu cuerpo desnudo y cartográfico,
acariciando
tentaciones de fruta prohibida
en el silencio de un cajón
y en el secreto de un suspiro enterrado:
el amor por ti.

Desciframe
y dime que el deseo
es un grito de pasión con raíces
en la poesía de los espejos,
conquistando soledades de sal.
Transfígeme
y reconóceme
y dime en poesía líquida
que sientes las caricias
del viento con dientes de león
con el aliento cálido
de mis labios de sol poniente.

Se rompió el silencio
y me quedo con el grito geométrico
de tu desnudez,
tu orgásmica tentación de manantial,
urgiendo
un sinfín de versos de piedra pómez
en los secretos de tus espasmos de mar.

Se rompió el silencio
el día que dejé de ser
una caricia en tus recuerdos de azúcar.

aapayés

viernes, 14 de noviembre de 2025

Cartografía de lo Invisible




















Atravesé el tiempo
como un río de ecos,
la anatomía imaginada
de tu sombra.

Descifré el mapa
de tu geografía íntima:
códigos en la piel,
astros en la dermis,
huellas que el tacto memoriza.

Y en el vértigo
de tu elipsis,
pensé el horizonte
-frontera movediza-
un fragmento de ausencia,
otro de memoria,
y todo coalesció.

Sin querer,
arquitecturé el simulacro
de tu proximidad.
Mas no eras tú,
sino el ansia del vínculo,
el puro arder de amar,
el rocío de un fantasma
anegando el pergamino.

Tampoco estabas
descifrando el canto
que por eras,por ti,
vibraba en mis entrañas,
en el sueño,
en el éter…menos en ti.

Para ti la palabra,
por ti el vacío,
sin razón,
sin reparo en habitar este latido
hasta el último suspiro.

Y ciertamente,
tampoco estabas,
ni allá ni acá.

Y sin tu átomo, el verbo
es cosmos sin norte,
sin esa alquimia sideral
que engrana el sentido
del ser.

Y aun así, crucé el relato
sin tu huella.
Y pese a todo,te evoco.
Persisto en tu mito,
sigo ardiendo en tu arquetipo,
sigo escribiendo en tu lenguaje,
sigo soñando el instante
en que fuimos un vértigo,
leyéndonos al unísono,
disolviéndonos.

Y recorrí la fábula del amor
en tu nombre.

aapayés

Relato IV - Leonsito - Represión y crímenes en El Salvador










-Leonsito

A la sombra protectora del Hogar del Niño, donde los juegos infantiles se mezclaban con el rumor de los oficios, vivía un muchacho de quince años al que todos llamábamos Leonsito. Su cabello, un tupido crespón negro que coronaba su rostro, era su seña de identidad. Formaba parte del FAPU, una elección que llevaba el peso de una conciencia prematura en un mundo adulto y hostil. Sin embargo, un día, Sor Gladys, directora del internado, dictó su destino: la expulsión. El hurto de unas viandas de la cafetería, para alimentar a los compas de la ENCO que tenían sus actividades en el FAPU en dicho centro educativo de Bachillerato. Fue un gesto solidario y un acto desesperado  cuya motivación se perdió en los ecos del kindergarten, la carpintería y la sombra serena del árbol de paternas, selló su sentencia de muerte, sin saberlo todavía.

De vuelta al inhóspito regazo de su hogar, el sueño lo envolvió una noche como un frágil manto. Pero la paz fue quebrada por un estruendo siniestro. Golpes brutales contra la puerta, como martillazos del infierno, forcejeos de madera que cedía ante la furia y voces guturales que escupían su nombre con saña. Eran los heraldos escuadrón de la muerte.

La puerta se abrió de par en par y la habitación se llenó de sombras armadas, hombres de civil con el alma vestida de oscuridad y de odio. Cayó sobre él una tempestad de puños e insultos, pero Leonsito, cuyo espíritu era combativo y feroz, no se entregó al miedo. Con la rabia de un animal acorralado, les plantó cara, gritando consignas y devolviendo cada golpe con la desesperación de quien defiende su último aliento. Fue una lucha feroz y desigual. Lo arrastraron, y en el forcejeo, la tela de su ropa se rasgó como su dignidad, dejándolo casi desnudo ante sus verdugos. Su rostro, el mapa de sus quince años, fue borrado a golpes, convertido en un surco de dolor e ira.

Desapareció de la faz de la tierra, tragado por la noche impune. Dos días después, su familia, tras una búsqueda angustiosa, lo encontró en el vertedero de lo humano, abandonado entre los desechos de la ciudad. La atrocidad final había sido cometida con machetazos; su rostro, irreconocible, era un testimonio mudo de una crueldad que desafía toda comprensión.

La verdad de su fin llegó a la luz a través de la fotografía publicada en “Orientación”, el periódico del Arzobispado de San Salvador. Bajo la sombra profética de Monseñor Romero, aquel medio se alzaba como un faro alternativo para denunciar las violaciones de los derechos humanos que teñían de sangre los años setenta y ochenta.

Nosotros, los que lo conocimos, vimos esa imagen impresa. No había rasgos, ni sonrisa, ni mirada. Solo una porción de su frente, testigo inmutable, y su característica cabellera afro, enmarañada y rebelde incluso en la muerte. Era el único testigo de su identidad.

Era tan solo un niño de quince años. Uno entre los miles, una cifra más en el incontable número de jóvenes que fueron arrancados de la vida, desaparecidos o asesinados por los escuadrones de la muerte en El Salvador. Leonsito no era solo un nombre; era un símbolo de una juventud truncada, un recordatorio eterno de la barbarie que, desde las páginas de un periódico y la memoria de los suyos, clama al cielo para que su historia no se repita jamás.

En Memoria a Leonsito, hermano compañero desde la Cuna en el Hogar del Niño de San Jacinto, en San Salvador 


aapayés