La soledad
es un capricho del tiempo,
uno de esos detalles
que se convierten en eternidad
cuando te dejas llevar
por la corriente
del silencio compartido.
Y vuelas al infinito,
ciego y torpe,
con los párpados caídos
y las alas dobladas en la mano,
una mano llena de caricias mudas.
Pero sigues ahí,
aquí y allá,
entre las palabras no dichas.
La soledad
es un capricho del silencio.
No tiene que ver con la nostalgia,
ese gusanillo
que se transforma en mariposas
el día menos esperado.
Y sigo aquí,
y allá,
sin decir un verso de amor.
La soledad
es un capricho sin sentido,
o con el sentido
de ser
un recuerdo en las manos.
aapayés

