La celda es un paraíso
de la muerte.
Donde nace
la oscuridad del silencio
y el llanto misericordioso de la utopía
se vuelve cierto.
Con las manos esposadas a la espalda,
los ojos vendados,
se espera
el tiro de gracia en la nuca
o en la cabeza terca
de quien merece morir
ante el castigo inminente.
Y fue así.
La celda es un paraíso
de la tortura,
de la desnudez fría
ante los verdugos del pensamiento,
las ideas prohibidas de un Pulgarcito,
aquellas que un día
enarbolaron el grito revolucionario
del que siempre fue
el eterno indocumentado del mundo.
La celda es un paraíso
de la tortura y de la muerte
en manos del verdugo capital.
La celda es fría
como el invierno del norte.
aapayés

