Soy una incógnita
en el tejado.
Un arlequín
en el sudario,
doblado en la enciclopedia
del tiempo.
En el tejado
me volví sereno.
En el circo,
un atuendo de color.
En el sudario,
un rezo marginal del olvido.
Y sigo creyendo
en la humanidad
del equilibrista en el tejado,
mirando al cielo.
Fugazmente,
me convertí en estrella.
Mirando al cielo
desde el tejado mismo del alma,
desde el edificio vacío de amor
y de poesía.
Y decidí iluminar la vida
con la luz celestial
de su espíritu.
Desde ese tejado
que dejó de ser
mi silencio.
aapayés