Disparé silencios de ala fugaz,
para calmar la sed del tiempo ya perdido,
que removió el cristal de aquellos instantes,
los que dormían, mustios y vencidos,
en la urna de sombra del olvido.
Y no estabas tú.
Altura de un amor sin profanar,
aquel que un día,
con suavidad de rocío,
nutría el sueño infinito de tenerte.
Disparé silencios... y la voz se quebró.
Fue un eco sin respuesta en la llanura,
una caricia que se hizo destierro.
Disparé silencios hasta la madrugada,
y en mi boca nació un jardín de piedra.
aapayés

