Hoy sonreí
a las tinieblas del silencio.
Y la noche se hizo día,
y los días se volvieron eternos.
La sabiduría se afinó,
y la mentira se tornó tan sublime
que el cielo lloró de alegría
y el infierno,
simplemente, dejó de existir.
Hoy sonreí
a las tinieblas,
y la sombra dejó de seguirme.
La luz del pensamiento
se hizo carne
y hábito entre nosotros.
Una carcajada de locura,
un beso de ternura
al universo mundo del amor.
Y el pensamiento, doblado,
en el rincón de la palabra.
¡Sabio gesto, escribir
el silencio en las paredes del tiempo!
aapayés