Dialogué con las sombras
Sus lenguas viscosas
En el vientre de piedra
Donde el tiempo se pudre.
Ofrendé mis sílabas
A los dioses del suplicio:
Cada blasfemia un hilo,
Cada gemido, un réquiem.
El cáliz amargo
Fermentado en celdas
Me enseñó a beber
La geografía del dolor:
Mapas de orina,
Fronteras de excremento,
Un país entero
Diluido en el retrete.
Ahora llevo
Un pantano en el pecho.
Cuando hablo,
Salen gusanos de plata
Y voces que el barro
Con dedos de alcaide
Ahogó en mi garganta.
Nadie lo sabe
Rezaba con el silencio
Mientras los muros
Me escupían versículos
De sal y electricidad.
Y en la noche sin estrellas
Esa que huele a cuneta
Aprendí que el infierno
Es una letrina sagrada
Donde los ángeles caídos
Firman sentencias
Con tinta de cloaca
aapayés