Cuando la luz cayó sin aviso,
Ahí estabas:
Un universo entero
Doblegado en mi pecho.
Eras vértigo y quietud,
La tormenta que desarma
Entre el deseo de tocarte
Y el miedo de nombrarte.
Te miré.
Y allí, intacto,
El sueño que no osé soñar:
Tus ojos,
Esa lumbre sin horizonte
Que incendia los confines
De lo imaginable.
Amar tu nombre,
Beber su eco en mi boca,
Guardarlo en un beso
Hasta que el tiempo
Se rinda.
¿Era real
o sólo el brillo
de mis propias ausencias?
Pero estabas.
Y te acariciaba
Con la mirada,
Con el silencio,
Con todo lo que calla
Cuando el amor
Es demasiado vasto
Para las palabras.
aapayés