Ese menester placer de tenerte
Se escabulló por el bosque de inquietudes
Aniquilado y frágil,
Se quedó,
Pordiosero y trotamundo
Acorralado al tiempo
De un te quiero inesperado
Ese menester placer de pensarte
De sentir la ausencia de tus cabellos
De tus labios
Mordiendo dificultades
Y acariciando lágrimas de primavera
Menester placer de pensarte
Sin permiso en las tentaciones
De un sentimiento aislado
Exiliado por la memoria
Menester placer de versar
Los gritos escondidos en las manos,
Acariciando el alma de tu desdicha
O mancillar la retorica de un te amo aniquilado,
En las copas de invierno
O en las faldas de tu silencio
Menester placer de aniquilarte
Sin tapujo y sin remedio
Al olvido apócrifo del destierro
En pleno cielo extranjero
Ese menester placer de olvidarte
aapayés