Era tan cierto el beso
Que se esfumo en un segundo
Sin dejar aliento en los labios
Las manos ni siquiera se despidieron,
Los ojos
Inhalaron la ceguera en un pestañear soleado
Que ni supo su nombre
Era tan cierta
Que dejo de existir
Sin dejar huella en los recuerdos
aapayés