Tengo la sucursal de la justicia
En manos de la dictadura,
Entre mentiras atípicas,
En piezas de un rompecabezas
Que justifica la represión visceral
De un estado mediocre y medieval,
Podrido de pensamiento.
Burda manera de abordar la vida:
Cuanto más tengo,
Más quiero llenar mis manos de oro,
Oro añejo manchado
Con sangre obrera y campesina.
Pero así vivimos,
Desde siempre.
Tengo la sucursal de la palabra
En periódicos que controlan
El pensamiento colectivo,
A precio de mil millones.
Tengo la sucursal de la mentira
En el refrigerador de la historia,
Guardando fríos los discursos
Que nadie digiere.
aapayés