Se marcharon las ilusiones
Que guardaba en mi pecho
Un libro rojo
Y otro amarillo
Copilaban destellos de versos
Escrito en el pavimento
De mi conciencia
Absurda y burda lectura
De un amor en pleno crecimiento
Hay un colibrí
Que me visita
Todos las mañanas
Con el son
De su equilibrio emocional
De sus alas
Perspicaz y audaz
Se persigna
Y con reverencia espiritual
Me lanza dulces versos
Que ayudan a recibir el día
Se marcharon las tentaciones
Y con el enjambre de abejas
Que acarició mi silencio
Me endulzaron el día
Y la miel
Bañó de sabor la poesía
Se marcharon las quejas
Y me quedé
Mudo mirando al cielo,
Acariciar la vida
Llena de nubes
Cargadas de lluvia,
Prestas a darle vida
Al tiempo marchito en mi cabeza
Hay un sin fin de piensos
Que alborotan
La terquedad de ser feliz,
De tener la esperanza
De la mano mirando al sol
En medio de las dificultades
Hay un sin fin de versos
Dispuestos a ser disparados
Por las emociones intransigente
De un poeta soñador, loco
Y aventurero
En la ciudad marchita y fría del norte
Se marcharon las caricias
Y solo me queda
La imagen y el recuerdo
De un amor verdadero y obsoleto
En la cartera del olvido
Hay momentos que solo necesito
Una imagen,
Para plasmar el amor por la vida
En versos
Me dejo llevar
Y solo naces tú
En los poros de mis emociones
aapayés