De pronto comprendí
Que todo era un sueño
En el suelo de la mentira,
Arropar con palabras
Un amor inexistente
Y abanderar todo el tiempo
La arrogancia de ser honesto,
Con alevosía caricaturesca
El verbo de un amor mediocre
Y absurdo
Lo burdo queda escueto
Con los cabellos pintados de ceniza,
Solo me queda el recuerdo
Que arropa lo incierto vivido
Sin saber que la realidad
Se mezclaba con la mentira
Absuelvo y dimito de toda tentación
De ser un arlequín en el ropero
Me Inclino más por la verdad
De ser yo en medio de la nada,
En el desierto del desconsuelo
O la alegría del manicomio
Me llevo lo bueno
Y abrigo
Con la elegancia de la memoria
Llena de amor
Engrandeciendo el alma
Del sueño eterno,
A la derrota pérfida y cruel
De la mentira
Te doy la mano
Para despedir el futuro,
Con la esperanza
De no volvernos a encontrar
Por el camino
aapayés
