No soy menester de tus halagos
Si no del retroceso en tu memoria
Gelatinoso pensamiento de un ciervo
Mendigando un gesto de amor por los andenes
No soy ególatra de la poesía
Ni de tus versos camino al cielo,
Si no de tu belleza incalculable en la palabra
En tu verbo inmaculado en el destierro,
Agónico y pulcro manjar de amarte
Un amanecer escribiendo versos
Me acarició la brisa de tus labios
Y deslice la luna hacia tu costado
Para iluminar la ternura de tu sueño
Deja que el verso se desnude
Y pinte de pasiones tus caprichos,
Que se bañe la vida de tu cuerpo y
Tus deseos enamoren la poesía
No soy menester de tus halagos
Por que el viento se los lleva en silencio,
Y el tiempo lo olvida
En los rincones de un gesto enajenado
En el escritorio efímero del destino
No soy menester de tus palabras
Ni te tus labios pronunciando mi nombre
aapayés