Cuéntame las tempestades
Que el malabar imaginario
De amores
Urgaron la tentación
Del placer conocido
En las manos del poeta
Cuéntame un suspiro
Y déjame llevar
Tu aliento para siempre
En la memoria de mis labios
En las estrellas de mi inocencia
Que iluminan los ojos de la vida
Cuéntame una caricia
Que plasme el deseo
En el sexo oral de la poesía
aapayés