Microbiografía de Adolfo Payés

Bertolt Brecht

Bertolt Brecht

miércoles, 5 de noviembre de 2025

Los escuadrones de la muerte en El Salvador











Todo estaba oscuro. Una candela iluminaba un camarote donde se improvisaba una reunión en medio de un juego de ajedrez. Al frente estaba el «Cabo», apodado así por haber sido miembro del ejército salvadoreño en la Primera Brigada de Infantería, cuartel San Carlos, ubicado en la colonia La Rábida en San Salvador.

Esa noche, como todas, se fue la luz. Corrían los días de verano de 1990 y eran pasadas las nueve de la noche. Sentados en la cama baja del camarote, el Cabo me dirigió la palabra. «Comandante» era como me llamaban en prisión por ser prisionero político y estudiante de la UES.

Él, fumándose un porro frente a mí, comenzó su relato:

-En la Primera Brigada, desde 1982 hasta el 87 que estuve allí, los oficiales nos reunían a todos y nos pedían integrar los escuadrones de la muerte. Todas las noches salíamos en vehículos particulares y de civil. Nos daban armas no reglamentarias, poco habituales: nos daban machetes. Con los machetes decapitábamos y degollábamos a los sospechosos de ser "comunistas" y "guerrilleros"; activistas de las comunidades eclesiales de base, estudiantes universitarios, de secundaria, campesinos, obreros, sindicalistas... a cualquiera que consideráramos peligroso. Nos proporcionaban una lista de nombres con sus direcciones y órdenes de matarlos o desaparecerlos. Por cada cabeza, por cada comunista o guerrillero, nos pagaban quinientos colones. Salíamos a matar a los comunistas todas las noches.

Era una escena dantesca en plena noche y sin luz, con solo esa candela en la celda de doce por veinte metros.

Escuché cómo un Cabo del ejército salvadoreño y miembro activo de los escuadrones de la muerte contaba con tanta frialdad y serenidad las masacres que cometieron en San Salvador durante los tiempos más oscuros de la guerra civil en El Salvador.