viernes, 11 de septiembre de 2009
Solitario en mi cautiverio
No existe el rencor
Ni guardo
En mi alcoba literaria
El odio,
Ni la venganza.
Las torturas que sufrí
Son el recuerdo de las caricias de la muerte
Que doblegaron mi cuerpo,
Pero el alma las bendijo en silencio
Solitario en mi cautiverio
Mis lágrimas
De sangre y golpes
Pulularon por mi cuerpo
Y
Floreció
La esperanza,
El amor
Y
El anhelo de seguir viviendo
En el amor
Los insultos y los reproches
Los guardo con ternura
Y los acaricio con un beso
aapayés.