Hay un abismo celestial
en tus ojos.
Al mirarlos,
me sumerjo
sin temor
en el océano profundo
de tu silencio.
Es un amor inédito,
imprescindible.
Que no quede duda:
lo nuestro anida
en el instante iracundo
de un sueño abierto,
bajo un cielo inmaculado
del pensamiento.
Fructífera manera
de amar:
la mirada puesta
en la imaginación,
en ser el primer aliento
que despierte tus días.
Hay un abismo celestial
-un eco de lo prohibido-
cuando te leo,
en un segundo de ternura.
aapayés

