Mi compromiso
es con el silencio.
Con cada noche,
con cada instante en que la pluma
teje un verso sin sentido,
única y frágil arquitectura
para habitar el mundo.
Mi soledad,
arquitecta endógena
de un rompecabezas austero,
permanece
en la memoria marchita de un maizal,
en la planicie del alma.
Allí, un vítores anónimo
abro los brazos al sol,
y a la luna,
cuando necesito el calor
y el cariño nocturno
de su luz desnuda a mi lado.
Ante tal misterio, me inclino:
a tus pies,
a la armonía del silencio,
a la poesía de tu cuerpo.
Mi compromiso,
al fin,es con ella:
con la geografía sagrada
que tus formas trazan en la penumbra,
último y primero lenguaje,
mi único y verdadero pacto.
aapayés

