Leía las noticias que llegaban con el viento
Acariciando las mañanas
Las moradas asesinas del silencio
Con el té o café en mano
Deletreaba imágenes aparecidas en el periódico
Acumulando historias
Amarillas, verdes, azules, blancas arco-iris errante
Del pan nuestro de cada día
Leía las tinieblas
Apoderándose del mundo
Las mentiras una a una desfilaban por doquier
Manipulando el abecedario del sufrimiento
Niños, ancianos, madres mutiladas
Dibujaban el rostro inconsciente en la lectura
Llanto, amargura y muerte coloreaban las banderas del norte
Leía el amor
Sobrio, ebrio, anonadado por la discordia
Del si,
Del no
De la pureza lejana y mezquina del saber
Del saber ser vos
Del saber ser yo
Del saber querer
Del saber amar
Del saber caminar de la mano en las tinieblas de la discordia
Del abismo
Del camino sin fin
Sin rumbo
Sin norte
Sin comas
Sin puntos
Sin comillas acusadoras del pensar
Del saber llegar
Del saber acariciar el momento
De un beso
De un te amo
De un te quiero
De un silencio oportuno
Para dejar pasar los insultos
Las mezquinas palabras que hieren
Que matan
Se abalanzan con gesto de odio
Leía mi soledad
Y solo pensaba en vos
En tu cuerpo
En tus labios
En tus manos
En tus deseos
En tus caricias
En tus cabellos
Y por fin comprendí que estabas allí
Cerquita de mi ausencia
Llenando de ternura la vida
Lo nuestro
La sonrisa pura de la niñez
De sus gritos de un mamá
De un papá, quizá
Pero estabas allí, conmigo
Descifrando gestos de colores
Te leía a vos y a mi
En el futuro incierto
Cierto de lo que somos
Seres normales y anormales
Caminando locuras y acumulando errores
Para convertirlos en la base esencial
Y fundamental de lo nuestro
De la mano con nuestro hijo, en medio,
En este laberinto que apenas comenzamos a transitar.
Para poder llegar, quizá
A donde nadie nos separará jamás
aapayés
