Me arrojaron piedras
Al rostro
Lapidando a cuerpo abierto
Mis entrañas
Recogí las migajas de sus insultos
Y colore con ellas
Las frases mezquinas del odio,
Tiñéndolas de amor
De ternura y solidaridad
El perdón necesario para soportar sus bajezas
Las piedras que acariciaron a golpes
Mi humanidad
Se deslizaron al olvido cruel del destino
Volvieron a acariciarme las torturas
Doblegando mi cuerpo,
Crucificando mis penas
En la celda obtusa de la avaricia,
Mis lagrimas
Pintaron de amor las heridas
Y con el suspiro de la vida en remojo
Acaricie la mano cruel del verdugo,
Sus huesos se desmembraron de su carne
Y se convirtieron en mariposas
Sobrevolando al cielo manantial del amor
La vida la llevo con una caricia y a la muerte la espero con un beso.
aapayés.